Cuando hace meses me di de baja de UPyD, al que llamaba mi partido, aunque no fuese mío ni de nadie, lo hice con el convencimiento de que no tenía sentido que siguiese en un partido en el que la dirección no hacía nada por su supervivencia y, en consecuencia, por los objetivos que tenía marcados.

No se me ocurrió, por supuesto, pedir su disolución, aún sabiendo que el futuro que esperaba a UPyD era la desaparición, tras múltiples errores y ninguna esperanza de cambio que hiciese pensar que lo contrario fuese a pasar.

Siempre respetaré al máximo a los compañeros y amigos que han decidido seguir intentándolo, a pesar de que, bajo mi punto de vista y experiencia era/es insalvable, tal y como lo hemos conocido.

UPyD, desde el día en que nació, fue de los afiliados y simpatizantes, no de sus líderes, aunque algunos no entendieran este simple concepto de que las ideas no tienen dueño, aunque puedan tener padres … y madres, que como buenos progenitores deben permitir que sean otros quienes perpetúen las ideas para que pervivan, persistan, crezcan, se desarrollen y se lleven a efecto. Lo contrario es restringir las ideas y, en consecuencia, no dejar que calen en la sociedad.

Esto era así hace meses, y sigue siendo así – a mi pesar – a día de hoy.

Hoy sigo viendo que algunos líderes de UPyD, entre los que se encuentran algunos de sus padres y madres, persisten en querer decidir sobre la potestad de las ideas, y por ello me sumo emocionalmente a quienes han tomado el relevo, aún a pesar de que hace tiempo que yo haya decidido no apostar por una estructura de partido difunta por sus propios errores.

UPyD, mi primera y única experiencia política, era un intento de dignificar la política, de realizar los cambios que necesita y sigue necesitando España. Fue una anomalía en la política española, con ciudadanos anónimos dejando a un lado trabajo y familia para dedicar su esfuerzo, con nada que ganar y mucho que perder, a dejar un país mejor para sus descendientes y conciudadanos.

UPyD hicimos cosas que nadie había hecho antes, reclamamos cambios necesarios, denunciamos la corrupción como nadie, exigimos transparencia porque no existía, y demostramos que se puede trabajar con dignidad, eficacia y dedicación sincera en la política. No puedo menos que sentirme honrado de haber compartido esta aventura con tan grandes personas como las que tenía/tiene UPyD.

upyd collado villalba

Por eso me sigue doliendo UPyD como me suelen oír mis amigos, por eso me llevan los demonios cuando veo los personajes que han tomado el «relevo» a estas grandes personas y españoles, o cuando constato que seguimos teniendo políticos y partidos corruptos en las instituciones, y que España no ha cambiado lo que merece y necesita.

UPyD tuvimos la gran oportunidad de hacer una España mejor, más moderna, digna, solidaria y comprometida, pero no supimos hacer llegar nuestro mensaje, o no lo suficiente.

Al igual que algunos de sus líderes, nos regocijamos en la posesión de la verdad última, al tiempo que nos alejábamos de los destinatarios del cambio social y político que promulgábamos.

Al igual que algunos de sus líderes, preferíamos el enfrentamiento a la pedagogía, la exigencia a la comprensión, el choque a la flexibilidad.

Sigo creyendo en las ideas de UPyD, y animo a cualquiera a llevarlas adelante por el medio que sea, son necesarias, pero espero que se eviten los errores del pasado.

Ideas tan necesarias no pueden ser de unos pocos, no pueden negarse a todos los españoles. Bien es cierto que habrá gente que necesite más tiempo para adaptarse, que hay instituciones, malos vicios y corrupciones que no se curan en poco tiempo, pero hay que ser pacientes, precisamente una de las virtudes que nos faltó en UPyD.

Los cambios importantes en las sociedades no se consiguen a veces ni siquiera en una generación, pero en UPyD nos empeñamos en el todo o nada, y así no se cambia un país, hace falta … comprensión, pedagogía, flexibilidad, paciencia, y que el objetivo esté por encima de la soberbia.

Y nos sobró soberbia, la misma que les ha sobrado hoy a algunos líderes de UPyD al darse de baja y pedir, casi exigir, la disolución de un partido que nunca fue suyo, sino de sus afiliados, y sus ideas de toda la sociedad, aunque nunca supiésemos hacérselas llegar como hacía falta.

Nos podemos regodear en el victimismo, en que los poderes nos han atacado y los medios ninguneado ¡pues claro! ¿alguien esperaba algo distinto? No puedes menear las estructuras de una sociedad desorientada y alterada sin que haya resistencia, pero eso siempre fue así.

Nos faltó asumir la realidad que teníamos enfrente.

Recuerdo cuántas veces decíamos aquello de «cambiar las instituciones desde las instituciones«, y los concejales y diputados supieron/supimos hacerlo, o al menos intentarlo; pero al mismo tiempo no asumimos, o alguien no quiso verlo, que para cambiar la sociedad en su conjunto, también había que hacerlo desde dentro de esa sociedad, por muchos males que tuviese.

Debimos reunirnos con banqueros y medios, para tratar de convencerlos antes de tratar de vencerlos o, en última instancia, denunciarlos. Y no lo hicimos.

Debimos acudir a todos los medios que nos invitaban, y ofrecernos a los que no lo hacían, aunque no nos gustase lo que dijesen de nosotros. Y no lo hicimos.

Debimos tener clara una estrategia de futuro, de cambio de la sociedad española a través de ideas poderosas y necesarias, que las teníamos, que siguen ahí. Pero no se quiso tener estrategia, como mucho tácticas, en algunos casos simplemente reacciones, airadas en ocasiones, para estropearlo aún más.

En vez de ser el partido que debía hacer una España mejor, para todos los españoles, nos convertimos en antipáticos, en ese profesor que te recuerda lo que no sabes en vez de enseñarte y educarte.

Y, con el tiempo, fue peor aún. Pasamos a no aplicar internamente lo que promulgábamos y exigíamos a la sociedad. Pedíamos democracia y acabar con las oligarquías al tiempo que se manipulaba la opinión interna y se despreciaba e incluso estigmatizaba el discrepante.

Criticábamos todos los aspectos de la sociedad que no nos gustaban y queríamos cambiar, al mismo tiempo que se perseguía la crítica interna.

Qué verdad es eso de que en política te encuentras lo mejor y lo peor de la gente, y yo he decidido quedarme con lo mejor, con la gente, esos amigos de UPyD que lo dieron y siguen dando todo por su país, a pesar de los errores, los problemas y los ataques; con esos ciudadanos que supieron ver la diferencia, la anomalía que ha supuesto UPyD en la política, y aún te lo reconocen, incluso agradecen, cuando te ven.

Y sí, siguen siendo necesarios los cambios por los que hace casi 8 años entré por primera y única vez en política, y seguiré luchando por ellos, por mis hijos, por tus hijos, porque nos merecemos un futuro mejor que el presente que tenemos.

upyd villalba

Pero no será en UPyD, un partido con las mejores ideas pero que no supo ser un instrumento de cambio social y, en consecuencia, no supo hacer que esas grandes y necesarias ideas llegasen a regir nuestro país.

Me sigue doliendo UPyD, pero España no se merece que sigamos dando vueltas a lo que pudo ser y no fue, necesita mirar adelante, aprender de los errores, centrarnos en los objetivos, y trabajar por un futuro mejor para todos.

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